En el mundo moderno, cada minuto parece tener un precio. Nos hemos convertido en maestros de la optimización, con calendarios sincronizados, listas de tareas que se multiplican y una presión constante por ser más productivos. La pregunta que flota en el aire, a menudo sin ser dicha, es: “¿Es esto útil?” En Minimalismo Cozy, hemos dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre esta idea, y hemos llegado a una conclusión un tanto radical: la búsqueda incesante de la utilidad nos está robando algo esencial. Por eso, hoy queremos hablar sobre la belleza y la necesidad de hacer cosas que no sirven para nada.
Sí, has leído bien. Hablo de esas actividades que no generan ingresos, no avanzan tu carrera profesional y no optimizan tu hogar. Hablo de hornear una hogaza de pan desde cero cuando puedes comprar una por 60 céntimos. De aprender a tejer una bufanda torcida que jamás te pondrás. De sentarte en un banco a mirar las nubes sin un podcast en los oídos.
Durante años, sentí que si un hobby no podía convertirse en un «side hustle» o si no me hacía «mejor» de alguna manera medible, era una pérdida de tiempo. Pero el minimalismo, en su esencia más profunda, no trata de tener menos por tener menos; trata de crear espacio. Y en ese espacio, he descubierto que las actividades más “inútiles” son, en realidad, las más profundamente nutritivas para el alma.
Acompáñanos en esta exploración sobre por qué dedicar tiempo a lo no productivo es una de las prácticas más revolucionarias y acogedoras que puedes adoptar en tu camino hacia una vida intencional.
Redefiniendo la “utilidad” en un mundo obsesionado con la productividad
Vivimos bajo la tiranía de lo cuantificable. El éxito se mide en cifras, el tiempo en tareas completadas y el valor en resultados tangibles. En este paradigma, una actividad es «útil» si produce algo: dinero, un objeto perfecto, una habilidad monetizable o, al menos, una foto digna de Instagram.
Pero, ¿qué pasa con el proceso? ¿Qué hay del placer sensorial de amasar la masa, del olor a tierra mojada al cuidar de una planta, del ritmo meditativo de las agujas de tejer? Estas experiencias no caben en una hoja de cálculo.
Aquí, en Minimalismo Cozy, creemos que es fundamental ampliar nuestra definición de «útil». La verdadera utilidad, desde una perspectiva de diseño de vida, no solo se encuentra en el destino, sino en el propio viaje. Una actividad puede ser inmensamente útil si:
- Te ancla en el presente: Te obliga a desconectar del piloto automático y a centrarte en tus sentidos.
- Reduce el estrés y la ansiedad: Actúa como una forma de meditación activa, calmando el ruido mental.
- Fomenta la creatividad sin presión: Te permite jugar, experimentar y cometer errores sin miedo al fracaso.
- Te conecta contigo mismo: En el silencio de una tarea manual, a menudo encontramos claridad y escuchamos nuestra voz interior.
Tomemos el ejemplo del pan. Comprar una barra en el supermercado es eficiente. Hacer pan en casa, sin embargo, es un ritual. Es mezclar la harina y el agua, sentir cómo la levadura cobra vida. Es la paciencia de la fermentación, el trabajo físico del amasado y la magia de ver cómo algo tan simple se transforma en el horno. El resultado final, la hogaza de pan, es casi secundario. Lo que realmente te ha nutrido es la hora y media de atención plena, de creación y de conexión con un proceso ancestral. Eso, para nosotros, es increíblemente “útil”.
La ciencia y la filosofía detrás del «hacer por hacer»
Esta idea no es nueva ni es solo una ocurrencia romántica. Tanto la psicología como antiguas filosofías culturales reconocen el poder de las actividades sin un fin productivo.
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi desarrolló el concepto de “flow” (flujo). Lo describe como un estado mental en el que una persona está completamente inmersa en una actividad, con una sensación de enfoque energizado, participación total y disfrute en el proceso. ¿Cuándo experimentamos este estado? No mientras respondemos correos electrónicos a toda prisa, sino cuando estamos pintando, tocando un instrumento, cocinando con calma o trabajando en el jardín. Estas actividades “inútiles” son portales directos al estado de flujo, un estado que, según las investigaciones, está directamente relacionado con la felicidad y el bienestar.
En la cultura japonesa, existen conceptos que capturan esta esencia a la perfección. El _Ikigai_, a menudo traducido como “razón de ser”, no siempre se alinea con la profesión. Para muchos, su _ikigai_ se encuentra en la caligrafía, el cuidado de los bonsáis o la ceremonia del té; pasiones que dan propósito y alegría, al margen de su valor económico. Del mismo modo, el concepto de _Wabi-Sabi_ nos enseña a encontrar la belleza en la imperfección y en lo hecho a mano. Una taza de cerámica ligeramente irregular, hecha por tus propias manos, tiene un alma y una calidez que ninguna taza producida en masa podrá igualar. Aceptar y celebrar esas imperfecciones en nuestras creaciones “inútiles” es un poderoso antídoto contra el perfeccionismo paralizante.
Cuando probé este método de orden mental, dedicando una tarde a la semana a algo completamente “inútil”, noté que mi ansiedad disminuía drásticamente. Mi primera incursión fue la acuarela. Mis primeras pinturas eran manchas abstractas y honestamente, bastante feas. Pero la sensación de mezclar los colores, de ver cómo el agua se esparcía por el papel, era profundamente calmante. No había un objetivo, solo el placer del momento.
¿Cómo empezar a hacer cosas que no sirven para nada?
Adoptar la práctica de la «inutilidad gozosa» es un acto de rebeldía contra la cultura de la prisa. Es un pilar del cozy living y un paso fundamental para cualquiera que busque un minimalismo que no sea solo estético, sino también emocional. Aquí tienes algunas ideas para empezar, agrupadas por la sensación que evocan:
1. Para conectar con las manos y la materia:
- Cerámica o arcilla: Compra un bloque de arcilla de secado al aire y simplemente modela formas con tus manos. Pequeños cuencos, figuras abstractas… El objetivo es sentir la textura y la maleabilidad del material.
- Tejer o hacer ganchillo: El movimiento rítmico y repetitivo es increíblemente meditativo. Empieza con algo simple, como una bufanda o un posavasos. No importa si queda perfecto.
- Carpintería básica: Lija un trozo de madera hasta que esté suave, construye una pequeña caja para guardar tesoros o intenta tallar una cuchara simple.
2. Para conectar con la naturaleza y los ciclos:
- Jardinería en macetas: Puedes tener algunas macetas con hierbas aromáticas, un tomate cherry o flores.
- Paseos sin rumbo (Flâneur): Permítete girar por calles que no conoces, detenerte a mirar la fachada de un edificio.
- Identificar nubes o estrellas: Acuéstate en el césped o mira por la ventana y simplemente observa el cielo.
3. Para conectar con la creatividad pura:
- Escribir por la mañana (Morning Pages): Escribe tres páginas a mano cada mañana, sin filtro ni objetivo.
- Dibujar o garabatear: Coge un cuaderno y un lápiz y dibuja lo que tengas delante.
- Aprender los acordes básicos de un ukelele o una guitarra: Disfruta del simple placer de crear sonidos.
El minimalismo como el lienzo para lo “inútil” esencial
Puede parecer una paradoja: ¿cómo encaja el «hacer cosas» en una filosofía que a menudo se asocia con «tener menos»? Aquí es donde, en Minimalismo Cozy, vemos la conexión más profunda.
El minimalismo, para nosotros, no es la búsqueda del vacío. Es la curación intencional de nuestra vida. Al eliminar el desorden físico, el desorden digital y el desorden mental, no creamos un vacío. Creamos un lienzo en blanco. Ese lienzo es el espacio y el tiempo que recuperamos. Y en lugar de llenarlo de nuevo con más «productividad», tenemos la oportunidad de pintarlo con actividades que nos nutren de verdad.
El minimalismo es la herramienta que despeja el camino. Las actividades «inútiles» son las joyas que colocamos en ese camino despejado, haciendo que el viaje de la vida sea más rico, más lento y mucho más significativo.
Conclusión: La rebelión de la alegría improductiva
En última instancia, hacer cosas que no sirven para nada es un acto de amor propio. Es declarar que tu valor como persona no reside en tu capacidad de producir, sino en tu capacidad de estar presente, de sentir, de crear por el simple placer de crear. Es una rebelión silenciosa y acogedora contra un mundo que nos dice que siempre debemos estar optimizando.
Te invitamos a que encuentres tu propia actividad maravillosamente inútil. Aquella que te haga perder la noción del tiempo y te deje con una sensación de calma y satisfacción, sin importar el resultado. Puede que el mundo no vea el «valor» en tu pan casero imperfecto o en tu poema garabateado, pero tú sabrás que en ese proceso has encontrado algo mucho más valioso: un pedacito de ti mismo.