Ordenar en videojuegos: la sorprendente lección Estoica para renovar tu energía

Hola, comunidad.

Aquí en Minimalismo Cozy, a menudo hablamos de cómo los pequeños actos de orden en nuestro entorno físico pueden tener un impacto gigante en nuestro estado de ánimo. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en nuestros espacios digitales? Hoy quiero invitarte a explorar un rincón inesperado de nuestra vida donde la práctica del minimalismo puede ser sorprendentemente poderosa: me refiero a la tarea de ordenar en videojuegos.

Sé lo que podrías estar pensando: «¿En serio? ¿Con todo lo que tengo que organizar en casa, ahora también me tengo que preocupar por mi inventario en The Legend of Zelda?». Y te entiendo perfectamente. Yo misma solía ver el desorden digital en mis juegos como un mal menor, un caos controlado que simplemente formaba parte de la experiencia. Hasta que un día, después de una semana particularmente caótica en el mundo real, me encontré dedicando media hora a organizar metódicamente mis cofres en Stardew Valley. Y al terminar, sentí una calma y una claridad que no esperaba.

Esa sensación me llevó por un camino de curiosidad. ¿Por qué un acto tan aparentemente trivial se sentía tan restaurador? La respuesta, descubrí, tiene mucho que ver con una filosofía milenaria y con la forma en que nuestro cerebro busca control en un mundo impredecible. Acompáñame en esta reflexión, porque te aseguro que ordenar tu mochila virtual puede ser el primer paso para recargar tu energía vital.

¿Por qué nos molesta el desorden… incluso en un mundo virtual?

Antes de sumergirnos en la filosofía, hablemos de psicología. El desorden, tanto físico como digital, genera una carga cognitiva. Cada objeto fuera de lugar es una microdecisión pendiente, un estímulo visual que compite por nuestra atención. Nuestro cerebro, en su afán por crear orden y sentido, se fatiga. Esto lo vemos claramente en nuestro escritorio: una pila de papeles nos recuerda tareas pendientes y nos genera un ruido de fondo mental.

Lo fascinante es que este principio se traslada casi intacto al mundo digital. Cuando abres tu inventario en un juego de rol y te encuentras con un mosaico caótico de pociones, armas duplicadas, ingredientes olvidados y objetos de misión de hace diez horas, tu cerebro reacciona de manera similar. Se siente abrumado. La búsqueda de ese objeto que necesitas se vuelve una tarea frustrante en lugar de un simple clic.

Personalmente, siempre he sentido esta fricción. Recuerdo mis primeras horas en Animal Crossing: New Horizons, con los bolsillos llenos de conchas, ramas y peces aleatorios. Cada vez que quería fabricar una herramienta, tenía que vaciarlo todo en el suelo, buscar los materiales y volver a recoger el desorden. Era ineficiente y, francamente, me rompía la inmersión en ese mundo tan acogedor. El juego se sentía como una tarea más, no como un refugio. El caos virtual estaba imitando el estrés real.

La dicotomía del control: la lección estoica que no esperabas en tu consola

Una de las ideas centrales del estoicismo, popularizada por filósofos como Epicteto y Marco Aurelio, es la Dicotomía del Control. El concepto es engañosamente simple: en la vida, hay cosas que podemos controlar y cosas que no. Según los estoicos, la mayor parte de nuestro sufrimiento proviene de intentar controlar lo incontrolable (las opiniones de los demás, el clima, el pasado) y de descuidar lo que sí está en nuestro poder (nuestros juicios, nuestras acciones, nuestras respuestas).

La paz interior, por tanto, no se encuentra cambiando el mundo, sino dominando nuestro propio dominio. Ahora, piensa en un videojuego. Hay muchísimas cosas fuera de tu control: la aparición de un enemigo raro, el objeto que suelta un jefe, el algoritmo que determina el clima en tu isla. Frustrarse por estas cosas es inútil.

Pero, ¿qué sí puedes controlar por completo? Tu inventario. La disposición de los muebles en tu casa virtual. La organización de tus cofres. El orden de tus herramientas en la barra de acceso rápido.

Ordenar en videojuegos, visto desde esta perspectiva, deja de ser una tarea tediosa y se convierte en un ejercicio práctico de filosofía estoica. Es un microcosmos donde puedes entrenar tu mente para enfocarse exclusivamente en tu círculo de influencia. Cuando arrastras y sueltas esas gemas en una pila ordenada, cuando creas un cofre específico para minerales y otro para semillas, no solo estás optimizando tu juego. Estás realizando un acto simbólico y poderoso: estás poniendo orden en tu pequeño universo controlable, mientras el caos incontrolable del mundo (real y virtual) sigue su curso.

Este acto deliberado de imponer claridad en un espacio limitado tiene un efecto tranquilizador inmediato. Es una declaración silenciosa que dice: «De todo lo que me abruma hoy, esto sí puedo manejarlo. Esto sí puedo mejorarlo». Y esa pequeña victoria es un bálsamo para el alma.

Un ritual de claridad y energía renovada

En la cultura japonesa, existe el concepto de katazuke, que se traduce como «ordenar» o «poner en orden». Sin embargo, su significado es más profundo, implicando un proceso de restauración y purificación. De forma similar, el acto de ordenar en un videojuego puede convertirse en un ritual personal de katazuke digital.

Piénsalo como una forma de meditación activa. La tarea requiere concentración, pero no es mentalmente agotadora. Los movimientos son repetitivos y rítmicos: seleccionar, arrastrar, soltar. El cerebro entra en un estado de flujo, donde el tiempo parece desvanecerse y la única realidad es la tarea presente. No hay espacio para preocuparse por el correo del trabajo que no has contestado o la llamada que tienes que hacer mañana.

Yo he convertido esta práctica en un pequeño ritual de cierre. Antes de terminar una sesión de juego, especialmente si me siento dispersa, dedico diez minutos a lo que llamo mi «mise en place digital». Al igual que un chef prepara y organiza todos sus ingredientes antes de empezar a cocinar, yo organizo mi inventario. Vendo los objetos inútiles, almaceno los materiales, reparo mis armas y dejo todo listo para la próxima aventura.

Este proceso no solo hace que la siguiente sesión de juego sea más fluida y agradable, sino que me proporciona un cierre mental. Es como hacer la cama por la mañana; un pequeño acto de disciplina que te prepara para el éxito. El resultado es una energía renovada, una sensación de ligereza y de tener, al menos una parte de tu vida, bajo un control sereno e intencional. Es la misma satisfacción que nos da el método de Marie Kondo, pero aplicado a nuestros píxeles: te quedas solo con lo que te es útil o te «provoca alegría» para tu próxima aventura.

De la pantalla a la realidad: cómo un hábito digital transforma tu vida

Aquí es donde, para nosotros en Minimalismo Cozy, la magia realmente ocurre. Creemos firmemente que los hábitos que cultivamos en un área de nuestra vida inevitablemente se filtran en las demás. La práctica de ordenar en videojuegos no es solo un fin en sí mismo; es un campo de entrenamiento.

  • Construye el «músculo» del orden: Al acostumbrarte a mantener un espacio digital ordenado, estás fortaleciendo el hábito de la organización. Te vuelves más consciente del desorden en general y es más probable que sientas el impulso de ordenar tu escritorio, tu bandeja de entrada o ese cajón de la cocina que llevas meses evitando.
  • Te enseña a valorar la intencionalidad: Decidir qué guardar y qué descartar en un juego te obliga a ser intencional. «¿Realmente necesito estas 99 manzanas cuando solo uso pociones de vida?». Esta misma pregunta se puede aplicar a tu armario: «¿Realmente necesito esta camiseta que no me he puesto en tres años?».
  • Te proporciona un modelo de control: La próxima vez que te sientas abrumado por una situación en el trabajo o en tu vida personal, puedes recordar esa sensación de calma que lograste al ordenar tu inventario. Puedes preguntarte, al estilo estoico: «En esta situación caótica, ¿cuál es mi inventario? ¿Qué es lo que puedo controlar?». Quizás no puedas controlar la decisión de tu jefe, pero sí puedes controlar cómo preparas tu presentación. Quizás no puedas controlar el tráfico, pero sí puedes controlar el podcast que escuchas mientras esperas.

Este pequeño hábito digital nos enseña una lección fundamental del diseño de vida: la libertad y la paz no provienen de controlar todo, sino de dominar con excelencia lo que está a nuestro alcance.

Tu desafío inmediato: un experimento de cinco minutos

La teoría es inspiradora, pero la práctica es transformadora. Por eso, quiero concluir con una invitación, un pequeño experimento.

La próxima vez que enciendas tu consola o tu PC para jugar, antes de lanzarte a la acción, haz una pausa. Abre tu inventario, tu cofre principal o la pantalla de tu equipamiento. Obsérvalo. Y durante solo cinco minutos, ordénalo. No tienes que dejarlo perfecto, solo un poco mejor de lo que estaba. Agrupa los objetos similares, vende lo que no necesites, coloca tus herramientas favoritas al principio.

Mientras lo haces, presta atención a cómo te sientes. Nota la pequeña satisfacción con cada objeto que encuentra su lugar. Siente cómo la fricción visual disminuye y la claridad aumenta. Y cuando termines, respira hondo y pregúntate: «¿Me siento un poco más ligero? ¿Un poco más en control?».

Creo que descubrirás, como yo, que en ese simple acto de ordenar en videojuegos se esconde una fuente inesperada de energía y serenidad. Es un recordatorio de que, incluso en los mundos más fantásticos, los principios de una vida intencional siguen siendo los mismos. Se trata de encontrar la belleza en la sencillez, el poder en la disciplina y la calma en el orden.

¿Y tú? ¿Alguna vez has sentido esta extraña satisfacción al organizar tus espacios digitales? ¿Hay algún juego que te parezca especialmente bueno para esta práctica?

Nos encantaría leer tus experiencias en los comentarios. Tu historia podría inspirar a otra persona de nuestra comunidad a encontrar su propio ritual de calma.

Un abrazo, y que tus inventarios estén siempre despejados.